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• La profesora del Liceo 1 ha apoyado durante toda su carrera a grupos de niñas para que desarrollen proyectos científicos en distintas áreas de la biología y la tecnología. Roxana cuenta su experiencia formando ciudadanas críticas y capaces de ser un aporte a la sociedad.

Dibujar fue lo que despertó en Roxana Nahuelcura el interés por la biología. Desde que estaba en el Liceo 1 de Niñas disfrutaba ilustrando modelos que veía en libros, y notó que le gustaba explicar la materia mediante estos bocetos. Fue así como, años más tarde, decidió estudiar Pedagogía en Biología.

“Cuando comencé a hacer clases, en el mismo lugar en el que estudié, tenía muchas expectativas de ser un aporte al colegio, más allá del contenido entregado en el aula. Mi propósito era hacer una contribución real desde otro prisma”, explica Roxana. Por eso, decidió enfocarse en apoyar a sus alumnas hacia iniciativas científicas.

Una de las primeras propuestas estudiantiles que Roxana asesoró obtuvo un premio para viajar a la Antártica, en un torneo organizado por INACH (Instituto Antártico Chileno). “Presentamos un proyecto bibliográfico relacionado con los pingüinos. Las niñas quisieron vincularlo con los postulados de la selección natural de Darwin y la propuesta resultó ganadora. Pudimos visitar el lugar y fue una experiencia inolvidable.”, recuerda.

Años después, el proyecto pasó a una fase experimental. “Las niñas comenzaron a trabajar en el laboratorio en una investigación sobre microorganismos extremófilos que alcanzó muy buenos resultados, contando con el apoyo del profesor José Manuel Pérez, de la Universidad Andrés Bello, alianza que se gestó gracias al apoyo del Programa Explora. Participaron del concurso Junior del Agua y ganaron el primer lugar para ir a Suecia”, comenta con orgullo.

Respecto a las barreras que enfrentan las niñas al investigar en ciencias, Roxana cree que lo fundamental es la confianza en ellas mismas y el rol que jueguen los profesores. “Dentro del colegio ellas no tienen límites si los profesores trabajamos por entregarles confianza y las herramientas suficientes para que alcancen su máximo potencial. Así, ellas se desarrollan y llegan a la universidad, a lo mejor a carreras donde son las únicas mujeres en la sala, pero sintiéndose capaces de realizar cualquier cosa”, explica la profesora.

Uno de los proyectos tecnológicos más exitosos de Roxana Nahuelcura y sus alumnas fue un traje especial con sensores para personas ciegas. “Cuando fueron a Washington llamaba la atención que un proyecto tecnología fuera realizado por niñas, aún en etapa escolar, y que la profesora que las asesoraba también fuera mujer. Los investigadores les preguntaban ‘¿quién las ayudó o asesoró?, seguramente tu papá o tu hermano’, y les resultaba llamativo cuando ellas relataban que eran autodidactas, que empezaron a buscar información de programación y, al final, llegaron al prototipo”, relata.

¿Qué te motiva a apoyar a las niñas para que sean científicas?

Mi misión, más que formar alumnas que sean científicas, es formar ciudadanas críticas y capaces aportar a la sociedad desde cualquier ámbito. En los proyectos que he apoyado hemos contado con niñas humanistas y científicas, por ejemplo, una de ellas está estudiando periodismo y se quiere dedicar al periodismo científico, y lo hará empoderada porque participó en proyectos de ciencia dentro del colegio.

¿Cómo se combate el hecho de que, muchas veces, las mujeres tengan menos expectativas que los hombres en el desarrollo de sus carreras científicas?

Siento que no se trata de que las expectativas sean menores. Las niñas tienen grandes expectativas, pero se frustran muy rápido y, frente a eso, hay que apoyarlas y mostrarles otros caminos para hacer que las cosas resulten. Así van ganando en seguridad y se empoderan.